El mensaje del Fiscal General de la República ha sido muy claro. La Universidad de Costa Rica se encuentra en estado de sitio. La operación fue un éxito. La derecha se anota un inteligente triunfo político ante la ciudadanía. A la luz pública la UCR queda como un nido de delincuentes en donde el Estado puede intervenir y hacer limpiezas a su gusto y disposición.
Si ahora existe un descontento - sea del público que sea - y una desconcertante e inesperada visión sobre la Universidad de Costa Rica y su autonomía, y dado lo sencillo y ridículo que fue provocarla, señores, es porque la pusimos fácil.
En la UCR se cohesiona la mayoría los estorbos sociales para el oligarquismo, pero tiene un talón de Aquiles. Los estudiantes de las universidades públicas siempre están informados, son fáciles de movilizar, tienen tiempo de sobra y un gran poder de divulgación, pero carecen de capacidad para concretar proyectos a largo plazo: su condición siempre es transitoria a la sociedad que repudian.
Y es que de nuestras universidades públicas no se ha logrado impulsar ninguna propuesta alternativa seria de desarrollo. El estudiante siente que pasa por un parque temático-ideológico de diversiones antes de salir a la calle. Y en los hechos palpables, ni la diversión tiene sentido.
¿Alguien conoce alguna de las comisiones coyunturales que ha conformado la Universidad de Costa Rica (con nuestra tradicional izquierda inoperante) que se haya manifestado en cambios positivos y concretos para los ciudadanos? Yo no. Posiblemente existan, pero el costarricense promedio no los siente, ni antes de votar ni después de ir a misa. No es restarle valor a nuestras causas, pero sí cuestionar el papel bochinchero de la universidad sólo cuando ya está todo descompuesto, en lugar de ser una vanguardia que se anticipa a los tiempos.
La UCR es un monstruo burocrático, clasista, inmensamente podrido y horriblemente rezagado, con una gran capacidad de auto reproducción. No es menos corrupto y sucio que el resto de las instituciones gubernamentales, pero es uno de los últimos terrenos políticamente neutrales y con suficientes recursos disponibles para impulsar cambios, transformaciones profundas y propuestas alternativas a nuestro desorientado modelo social, que se debate entre el venderlo todo o regresar al romanticismo agrario.
Ahí hay oportunidad para quienes tengan la inteligencia y la voluntad.
La violación a la autonomía universitaria constituye un hecho a todas luces repudiable, porque es una conquista y un derecho ganado con sangre. De otra manera pasaríamos a ser feudos de un estado estalinista capaz de intervenir a su antojo todo centro de discrepancia ideológica. Eso es profundamente antidemocrático y antiprogresista. Es totalitarismo puro y llano. Para los que acusaban a la UCR de comunistas, bueno, ojalá no los desaparezcan de la cama.
¿Cuál es el futuro de la educación superior? Quizás de la noche a la mañana a la UCR también le cambien el rótulo, o puede ser que nosotros le cambiemos el rótulo a muchas cosas. De otra forma no nos quedaría más remedio que repartir las diez suertes.
